No es que sea sexista, pero a la hora de ponernos los papeles y hacer dieta, parece como si los hombres la tuviesen más fácil. A la hora de engordar, no se caigan a cuentos, engordan igualito que nosotras. Pero cuando hacemos dieta, pues la cosa es medio maluca: vemos como ellos con pocos cambios llegan a su peso “ideal”  lo peor, es que ni se amargan en el camino.

Y claro, la verdad es que nuestra composición corporal es distinta y el músculo que ellos tienen -porque sí, tienen más músculo aunque a veces parezca escondido en la grasa- los ayuda a tener un metabolismo más rápido y a hacer mejor uso de sus nutrientes. En mi primer año de casada, mi esposo perdió como ocho o diez kilos sólo comendo “sano”. Nada de dieta extrema ni un cuento. Pero como era yo la que cocinaba, comía lo que había y listo. A muchas, perder esa cantidad de peso les requiere esfuerzo y lloradera.

Y otra vez, sin ánimos de ser sexista “y las mujeres esto y los hombres aquello” yo tengo la idea de que los hombres no se enrollan mucho. Yo no veo a mi esposo con ansiedad abriendo la nevera los domingos cuando está fastidiado, ni diciendo “me fue mal en el trabajo, necesito un poco de chocolate”. El come cuando tiene hambre y listo. Y la verdad es que esta no es  sólo mi percepción. En la revista Prevention  leí unos “Tips de hombres para cuando hacen dieta” y si, muchos tenían que ver con la manera en que relacionaban las emociones con la comida:

-No se come sus sentimientos: Como el ejemplo que les puse. Mi esposo así tenga el peor día del mundo, no agarra un pote de helado porque “necesita sentirse bien”. Come a la hora de la cena, o el desayuno o el almuerzo. El no siente que la comida va a hacerlo sentir mejor emocionalmente. Come porque le gusta y tiene hambre. Tampoco se “traga” sus sentimientos, cuando se molesta conmigo no pierde tiempo en decirme dejé la pasta de diente abierta o por qué le moví tal cosa de su mesa de noche. Yo le doy vueltas, me quedo callada esperando que el “descubra” que estoy de mal humor, me hago 20 escenarios en la cabeza y si, es más probable que me atraigan más las galletas en la cocina en ese ínterin. Es decir, eso de “tragarse los sentimientos” es literal.

-Es egoísta con su tiempo: Y esto lo digo en el mejor sentido de la palabra. Pero si un hombre quiere ir al gimnasio, salir a correr o jugar futbol con sus amigos, no te quede en duda, lo va a hacer. Las mujeres muchas veces ponemos ese tiempo que debemos tomar como “tiempo para nosotras” de último en nuestra lista de prioridades.

-No se auto recrimina cuando se sale del carril: Las mujeres nos encanta una sufridera, y así como no queremos dejar ir esos jeans que no nos entran, hacemos lo mismito con nuestros sentimientos de culpa. Si nos salimos de la dieta, nos recriminamos por largo rato. En cambio los hombres simplemente siguen su camino. Es decir, saben que un dulce mal parado que se hayan comido no significa que perdieron meses de esfuerzo ni que tengan que salirse de la dieta el resto del día. Pasan la página rapidito. Y la verdad es que la quejadera y sufridera, no ayuda a que quemen calorías.

 

Ok aquí tampoco estoy diciendo que TODOS los hombres son así ni que TODAS las mujeres son asá. La verdad es que somos una mezcla de sentimientos, personalidades y hormonas. Pero estas características se repiten muchas veces y todos podríamos aprender de ellas, sobre todo cuando hablamos de nuestra salud y bienestar.

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Publicado originalmente en el sitio Web de Sascha Fitness.