Comenzamos la receta limpiando bien las pechugas de pollo de grasitas y telillas y cuando las tenemos limpias las cortamos en tajadas o tacos de mediano tamaño. Ponemos una sartén a calentar al fuego y cuando esté caliente añadimos dos o tres cucharadas de aceite de oliva.

Cortamos el calabacín en rodajas finísimas. Cuando la sartén esté bien caliente, salteamos en ella el pollo con las especias, el calabacín y el puñado de cacahuetes hasta que las tajadas de pollo hayan cambiado de color y los calabacines estén flexibles. En ese momento, incorporamos las dos cucharadas de mantequilla de cacahuete, que encontraréis sin dificultad en el supermercado.

Con una cuchara, vamos removiendo bien hasta que todas las tajadas de pechuga de pollo estén bien impregnadas de la mantequilla de cacahuetes y entonces agregamos la leche de coco (o la leche evaporada) y dejamos que cueza el conjunto durante unos minutos hasta que la salsa esté espesita y sabrosa. También podéis usar nata líquida si lo preferís. Probamos de vez en cuando para ver si hay que añadir un poco de sal.

Tras unos diez minutos la salsa estará en su punto y las pechugas estarán listas para llevar a la mesa. Podéis pasarlas a una fuente de barro para que aguante bien el calor y servir inmediatamente.

Con qué acompañar las pechugas de pollo con salsa de cacahuetes

Las pechugas de pollo con salsa de cacahuetes son una sorprendente forma de dar un toque exótico a nuestras recetas habituales, variando frente a las que cocinamos con frecuencia. Para disfrutar este plato, no necesitaréis más que cerrar los ojos en el primer bocado, para transportaros a tierras lejanas, al menos mentalmente. Servidlas con una buena ración de arroz basmati cocido y panes naan.